SAL DE LOS ANDES

Nace en el año 2016, como tercera marca de la empresa EL JARILLAR S.A, cuya marca principal es SAL DIAMANTE. Sal de Los Andes es una Sal macerada creada especialmente para el canal gourmet y diseñada para paladares exigentes y amantes de la cocina.

Sal de los Andes en sus comienzos nació con dos presentaciones y el exitoso resultado hizo que nuestra familia de sales y productos fuera creciendo año a año, recibiendo fabulosos comentarios y devoluciones de todos los clientes que la probaban.

Actualmente las mismas se pueden adquirir en el Museo de la Sal ubicado en SALINAS DEL DIAMANTE, y este año 2020 nos abrimos y decidimos después de 4 años de testeos hacer una comercialización a nivel nacional e internacional.

SAL DE LOS ANDES

SAN RAFAEL - MENDOZA

Este es un relato sucinto de los últimos ciento veinte años de las Salinas. Las Salinas del Diamante se encuentran sobre la ruta 144; km 744, en el camino que une a la ciudad de San Rafael, (de la cual dista 74 km.) con la de Malargüe; y separada por unos pocos kilómetros de la Ruta Nacional Nº 40, que corre paralela a la Cordillera de los Andes desde Jujuy hasta Tierra del Fuego.

Después de terminada la Organización Nacional y producida la Campaña del Desierto dirigida por el General Julio Argentino Roca, se crearon los Fortines. Las tropas que habían quedado fueron formando asentamientos poblacionales y colonizando. Por eso es que del Fuerte 25 de mayo partieron negociadores, que consiguieron la paz con el indio y firmaron con el General Rufino Ortega el reparto de las tierras, asignando a los indios las suyas y delimitando el resto para la colonización.

Para la atención espiritual de la Villa 25 de mayo y como capellán de las tropas del Fuerte, se designó al sacerdote Manuel Marco, quien al cabo de algunos años, y a través del trato con los caciques de las tribus vecinas, trabó amistad con el cacique Juan Goico, quien tenía sus tolderías cercanas a lo que sería el origen de San Rafael. Esta Colonia se fue formando con inmigrantes franceses e italianos, estos últimos traídos por el cura Marco para que colonizaran esta región del sur mendocino.

El cacique Juan Goico, le vendió al cura Marco las tierras en que se encontraban las Salinas, denominadas “Del Diamante” en razón de la zona de su ubicación.

La venta se realizó ante el escribano Don Pampillo Lemos, siendo interesante el modo en que se efectuó la compra. Esta escritura se firmó en la ciudad de Mendoza en el año 1.886, entregando en ese acto la posesión y el uso de las Salinas.

El aborigen utilizó la sal extraída de la laguna como mercadería de trueque. Los sucesores del cura Marco comenzaron una explotación más organizada, siendo uno de los pioneros Don Luis Remaggi, casado precisamente con una de los herederos, Doña Rosita Maturana.

Instalados en San Rafael, el matrimonio Remaggi Maturana en el año 1.916, siendo considerado Don Luis Remaggi, uno de los pioneros de la minería en Mendoza, se encargó primero de mejorar los caminos existentes, llegando con los años a la construcción de la Ruta 144 que pasa frente a las Salinas.

Siguió en sus peticiones para el desarrollo de la zona, logrando la construcción del ramal ferroviario que corre desde la Estación Pedro Vargas hasta Malargüe y la instalación de una Estación sobre el costado que se llamó también “Salinas del Diamante”.

La sal se vendió en toda la provincia de Mendoza y en San Juan. Se llegó incluso a exportar varios miles de toneladas al Paraguay, que se transportaba en lanchones desde Rosario de Santa Fé hasta Asunción del Paraguay.

Por razones de política interior del país, dejó de funcionar el ferrocarril y desde entonces todo el transporte se realizó por camiones, llegando la sal hasta La Rioja y la Capital federal.

Don Luis Remaggi constituyó una sociedad con Don Arturo Santoni. Una vez concluido el contrato se formó la S.A. Salinas del Diamante, cuyos principales socios eran el Dr. Luis María Remaggi Maturana y su hermano el Dr. Horacio José Remaggi Maturana. El primero de ellos vuelca toda su actividad durante casi cuarenta años, siendo ésta la época de mayor esplendor de las Salinas, en que se construyeron la fábrica y viviendas para el personal y se adquirieron las maquinarias apropiadas para cosechar y emparvar la sal. Hoy mis sucesores, mi hija, mi yerno, mi nieta y su marido administran nuestra tan querida Salina.